LIBROS DE TEXTO EN EL BANQUILLO DE LOS ACUSADOS. Hace unas semanas, cuando el Centro Universitario de Ixtlahuaca (CUI) me abrió sus puertas y me alojó por unas horas en el aula de la Maestria en Educación, comentaba a los alumnos del Dr. José David Arroyo Estrada, que los libros de texto gratuito que editará la Secretaría de Educación Pública para el ciclo escolar 2023-2024 presentaban –en mi opinión- grandes lagunas, particularmente en lo que a las matemáticas se refiere, ya que en promedio solo en 25 hojas se contienen elementales e inconexos conceptos sobre el tema y otros un tanto escabrosos, que trata de impulsar el director de materiales educativos de la Secretaría de Educación Publica (SEP), Marx Arriaga. Por cierto, nótese: Marx.
Tan escabrosos son, ideológicamente hablando, que inclusive la Juez Tercero de Distrito
en materia administrativa, Yadira Mena, ordenó una suspensión definitiva respecto al proceso de edición e impresión de los libros de texto; suspensión que fue desacatada por la titular de la SEP Leticia Ramírez y el propio Arriaga con argumentos evidentemente baladíes, ya que los maestros identifican que tales libros tienen más carga de ideología política que de conocimiento valioso para cada grado, que se resume solo en cinco textos para alumnos y un libro guía para los maestros.
Los dos libros de que hablamos son “Nuestros Saberes” y “Múltiples Lenguajes” y los otros tres son los que prácticamente obligarán a los docentes a adaptar “y echarle mucha imaginación pedagógica” para desarrollar los contenidos en sus clases.
En la víspera de la redacción de la presente, la misma Juez de Distrito concedió un periodo de 24 horas para que la SEP someta a consulta pública sobre el diseño programático de los textos para primaria y secundaria, cuya finalidad actual es la de poner a los niños a imaginar una solución a un problema social –sociocrítica, más bien abocado a un tema electoral- que a fundar su conocimiento en la ciencia y la tecnología; lo que realmente significa un retroceso en plena era de las tecnologías de la información y la comunicación.
Esperemos que cuando esta columna haya aparecido, las autoridades educativas federales hayan acatado dicha suspensión definitiva, se detenga la distribución y entrega de los libros a los alumnos y se revisen los contenidos. Es precisamente este punto en el que el interés superior de los niños, como titulares del derecho a la educación de calidad, está en juego.
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